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EL RADIOAFICIONADO PATITIESO

EL MITO DE LOS REPETIDORES SIMPÁTICOS

EL MITO DE LOS REPETIDORES SIMPÁTICOS

Este artículo se publicó por primera vez en la revista Radio-Noticias, en el número 95, de enero de 2000.  

EL MITO DE LOS REPETIDORES SIMPÁTICOS 

La naturaleza humana es proclive a mitificar lo que no entiende; los radioaficionados, como muestra de la sociedad actual, también crean y alimentan mitos que con el tiempo crecen tanto que son tomados como dogmas de fe. 

Algunos son perennes, como la absurda creencia de ajustar la ROE cortando pedacitos de cable coaxial. Otros son cíclicos y aparecen con mayor fuerza en épocas muy concretas como el período veraniego. Ahora vamos a desmitificar uno de ellos. 

Hace muchos años atrás, cuando se formó la red de repetidores de VHF, se destinaron ocho frecuencias de entrada y sus correspondientes salida, con un desplazamiento estándar de -600 Khz., y se dividieron en urbanos e interurbanos según fuese su radio de acción o “cobertura” como diríamos hoy. Años más tarde se eliminó el repetidor R-8, destinándose su frecuencia de entrada a comunicados en “simplex” y la de salida, 145,800 mhz. y superiores hasta 145,999 MHz a las comunicaciones por satélite. Atención!, es importante recordar este dato y no transmitir en “simplex” más arriba de 145,800 MHz a fin de no entrar, "sin saberlo", en el traspondedor de un satélite, cosa que perjudicaría a los practicantes de esta modalidad. (Algunos profesionales de determinados medios de transporte son conocidísimos por los radioaficionados, tanto españoles como del resto de los países de Europa, y sus ascendientes son muy mentados). 

Cuando se estructuró la red de repetidores, se tuvo en cuenta las áreas de influencia de cada uno y se evitó situar dos repetidores iguales excesivamente próximos, por esta razón, si miráis el mapa de reemisores veréis que en una misma provincia no convive ningún repetidor repetido, valga la redundancia. Esto era debido a la necesidad de evitar que una misma estación de radioaficionado “abriera” dos reemisores a la vez, interfiriendo por lo tanto el tráfico de uno de ellos. Durante un tiempo esta previsión funcionó, salvo en contadas ocasiones en que la propagación atmosférica ampliaba esporádicamente la cobertura de alguno de ellos. 

Actualmente, la situación se ha visto modificada por diversos factores. Primeramente porque el número de aficionados y repetidores es muy superior al de entonces; en segundo lugar porque los equipos cuentan con una potencia excesiva que se usa inadecuadamente y unido a ello, unas esperpénticas antenas colineales verticales pero, sobre todo, a una desinformación muy acentuada por parte de la gran mayoría de los radioaficionados. 

UN EJEMPLO

Pongamos un ejemplo. En una ciudad como Barcelona conviven dos radioaficionados, Pepito y Juanito. El primero sólo cuenta con un portátil de VHF (por favor, evitemos decir walkie talkie) y es asiduo del repetidor local R2. Su vecino Juanito tiene una instalación formada por un equipo movil-fijo de FM con 50 watios de potencia y una mastodóntica antena vertical del tipo colineal de 4 ó 5 metros de longitud. Esta antena le proporciona un ángulo de radiación muy bajo (que el confunde con ganancia) cosa que le permite alcanzar distancias importantes.  

A unos 400 kms. de distancia en línea recta, está la ciudad de Gandía, en la Comunidad de Valencia, que tiene instalado otro R2. Aparentemente las áreas de cobertura de ambos repetidores no pueden superponerse pero en verano, con la ayuda de la propagación atmosférica,  la ayuda de su descomunal antena y una  potencia excesivas, Juanito comprueba que cuando pulsa el botón de transmisión de su equipo (por favor, evitemos decir petete) recibe dos señales, una fuerte proveniente del repetidor local y otra más débil del lejano. Si en aquel momento el R2 de Barcelona está desierto y hay actividad en el de Gandía, a Juanito le falta tiempo para empezar ha hablar por aquel, sin importarle que también “activa” el de su propia localidad. Entonces se produce una situación de conflicto. Durante los períodos en que Juanito escucha el de allí, Pepito no oye nada y, pensando que está desocupado, empieza a llamar por el local. Inmediatamente Juanito le llama la atención pidiéndole que se calle pues la fuerte señal del local le impide escuchar al lejano. Por más que Pepito diga que el R2 de Barcelona está vacío y que por lo tanto tiene derecho a activarlo, Juanito impedirá toda actividad por desconocimiento y descontrol. El problema está servido. 

Cuando se desencadena esta situación, indefectiblemente aparece el “Catedrático” que sin más les suelta el “mito de los repetidores simpáticos” Este desinformado personaje, que no falta en ningún repetidor, cree y quiere hacer creer que la “cola” de un repetidor abre el otro y viceversa. ¡FALSO! Es absolutamente imposible que la señal de un repetidor active al otro, simplemente porque la frecuencia de salida de uno está 600 khz. más arriba que la entrada del otro. 

R2Gandía                                  R2Barcelona                                                

Entrada 145,050 MHz // Salida 145,650 MHz

Salida 145,650 MHz // Entrada 145,650 MHz

(Desplazamiento -600 kHz.)           

El problema está causado única y exclusivamente por la excesiva potencia de Juanito y su errónea elección de antena. Sólo en algunos casos puede repartirse la culpa con uno o ambos repetidores, fruto de la excesiva sensibilidad de recepción y una potencia fuera de normas debido a  que, en ocasiones, los responsables de su mantenimiento sufren presiones de sus compañeros que desean una cobertura más cómoda. 

La situación descrita debe tomarse como ejemplo de lo que ocurre en otros lugares de la geografía española. La anécdota de Gandía versus Barcelona y viceversa, es especialmente ilustrativa debido a la gran distancia que separa ambos equipos, pero que sin embargo, la mayor parte de la señal de ambos repetidores y la de los radioaficionados de la costa mediterránea transcurre por mar, muy buen conductor y libre de obstáculos. 

Entonces, pues, se impone la necesidad de moderar las potencias de transmisión y reducir el tamaño de las antenas y evitar el uso de directivas en polarización vertical, otra cuestión que también entra dentro de la especialidad analítica denominada MRD, Mitología del Radioaficionado Desinformado. Otro día incidiremos en ello.

 

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